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Desordenada Habitación

ME HE MUDADO

ESTOY EN MENUDA FARSA

NOS VEMOS ALLÍ!!!

No os los podéis perder


He decidido recopilar en este post algunos de los grupos que estoy escuchando en la actualidad por si os gustan. Hay un poco de todo. Desde la banda del hermano del Casas y grandes Inlogic hasta los Better Luck the Next Time, que son la bomba. Espero que os gusten.

Un beso a todos y todas.

INLOGIC


 

BILLY TALENT

 

BETTER LUCK NEXT TIME

Tarifa

Tarifa

Lo que comenzó como una escapada más de las que he hecho durante estos últimos años ha terminado por convertirse en un punto y aparte en mi perspectiva de las cosas que me rodean, de mí mismo. Y es que aquellas otras siempre se hacían con amigos o, si se trataban de evasiones mías, siempre finalizaban con un simple día fuera de casa para poder alejarme de todo por un ‘rato’. Esta vez ha sido totalmente diferente. Cuatro días a solas dan para pensar en muchas cosas, para reflexionar, para estar con uno mismo. Y eso es precisamente lo que me ha sucedido.

No puedo recordar ahora mismo en qué momento comencé a sentirme más ligero,más tranquilo. Puede que fuese cuando entré en Jaén y comencé a sentir el olor a olivo, o tal vez cuando vi el mar dos años después de despedirme de él en Tarifa. Incluso puede que me comenzara a sentir así cuando descubrí que desde mi habitación se veía África, el Estrecho, y la luna en lo alto. No sé cuándo comenzó todo, pero lo que sí tengo claro es que ocurrió, y por arte de magia empecé a pensar en qué era lo que me había llevado al presente, a ese mismo instante. No porque crea que es peor que el pasado lejano o cercano, sino porque quería encontrarme a solas con ese que ha guiado mi camino desde hace unos pocos años. Ese que siempre he sabido que estaba tomando las riendas y que no tuve ganas, valor o lo que fuera, para detenerlo, o, al menos, para discutirlo con él.
Allí estábamos los dos. Nadie más. Ningún amigo cerca que me pudiese distraer de mi ‘misión’, ningún trabajo que realizar y en el que esconderme para no prestar atención a la realidad. Allí estábamos los dos solos, con cuatro días por delante para poder charlar, algo que, como digo, por uno u otro motivo no había podido o querido hacer en estos últimos tres años.

La verdad es que al principio no me sentí muy cómodo a su lado, pues al fin y al cabo era el principio y final de todos mis problemas, por decirlo de alguna manera. Nos mirábamos fijamente. Sapo y David, David y Sapo. Pasaron unas buenas horas de playa hasta que decidimos poner en común todo lo que habíamos visto y vivido durante ese tiempo. ¿Hasta qué punto era real mi perdición desde lo sucedido tras la ruptura con Noelia? ¿Cuánto de real y cuánto de pose había en ello? ¿Por qué refugiarme en un trabajo de jornadas interminables y dedicación absoluta? ¿Por qué esas noches sin fin de fiesta 5 ó 6 días a la semana? ¿Qué razón me había llevado a ‘destrozar’ sin motivo y sin querer algún que otro corazón en este tiempo? El motivo por el que nunca más me entregué tras aquella noche en la que todo mi mundo se vino abajo. Dónde estaban mis amigos de verdad. Dónde comenzó todo a desvariar hasta el punto de dejarme llevar por el caos. Qué quería hacer con mi vida. ¿Y mi futuro? ¿Qué quería de verdad?… Había un millón de preguntas sin respuesta, miles de cuestiones que el trabajo, la excesiva vida nocturna y el caótico pero atractivo sentimiento de estar perdido se habían encargado de esconder bajo la alfombra de mi alma.

Sentado ahí conmigo mismo fui recordando paso a paso cómo el tiempo había corrido en mi contra, y cómo se estaba levantando cada vez más esa alfombra que cubría todas esas preguntas. Por eso cada día se hacía un poco más duro levantarse de la cama, mirarse en el espejo, salir allí fuera y decir: ‘Vamos, adelante’.
Escuché todas y cada una de las razones que teníamos ambos para todo lo que había sucedido, así como para lo que ocurría en el mismo presente. Pasaron horas, muchas horas, os lo aseguro. Acabé tan agotado que me quedé dormido como hacía tiempo que no podía hacerlo en casa.
Por la mañana todo tenía un ‘poco’ más de color. El suficiente como para que sentase a tomar determinaciones en lo referente a todos los aspectos de mi vida. Y ello estoy, os aseguro que ya se están viendo los cambios. Yo los veo, e, incluso él, los ve. Sólo espero que sirvan para recuperar algo de la sonrisa que una vez creo recordar que tuve. Y esa sí que no era una pose.

Aquellas tardes en Villa, en Manoteras, en la Alameda...

Hoy he visto Hardball de nuevo. La peli de Keanu Reeves en la que tiene que entrenar a un equipo de béisbol de chavales para pagar sus deudas de juego. Ha sido un impulso. Salía de pedir el alta en el ambulatorio cuando he dicho: ‘voy a comprarme unas películas para pasar el fin de semana lo menos aburrido posible ya que no puedo salir aún’. El caso es que entre todos los DVD de descuento allí estaba. Hacía un montón desde la primera vez que la vi, así que bueno, gastar cuatro euros en esto es mejor que hacerlo en una copa, ¿no?No sé si ha sido porque todavía me dan bajones de tensión, o porque sigo agilipollado con los antibióticos de caballo esos que me mandó el doctor –un tío incapaz de mirarte a la cara cuando te atiende, pero que sabía la actualidad de Recoletos al dedillo, pa cagarse-, pero el caso, que se me va el santo al cielo, es que no sólo he vuelto a entusiasmarme con esta peli, sino que ha conseguido hacerme recordar, de pronto, cientos de momentos de la época en la que nosotros, todos, jugábamos de pequeños.De quien más me he acordado es de Casas, porque creo que, en el fondo, sólo él siente ‘eso’ que siento yo cuando he jugado, he entrenado o he visto un partido en la tele. ‘Eso’ es lo que hace que el deporte, a pesar de los miles de millones que se mueven alrededor, siga despertando pasiones. ‘Eso’ es lo que consigue que cuando marque tu equipo te abraces a cualquiera que pase por ahí, lo que hizo que Fausto llorara cuando Mijatovic marcó a la Juve, lo que provocó que medio Madrid se paralizara cuando Alfonso marcó el gol definitivo a Yugoslavia en la Eurocopa del 2000.Esta noche veo con claridad a Manso jugando de libre en el Liceo Madrid como nunca he visto a nadie hacerlo, a Casas y Cambro en aquella grandiosa liga 92/93 jugando en el Colonia, a los chavales del Aleph sentados en medio del campo en aquellas calurosas tardes de junio, sí, esos que siempre perdían pero que se lo pasaban como nadie. También recuerdo al Génova de esa liga. ¡Cómo jugaban! Y al Fray Escoba, al Villarrosa…Veo con claridad a Victor corriendo la banda, a Jorge y a todos los chungos en el Ehosa y al Tocho (¡qué entrenamientos aquellos!) y a Manolo, el hermanísimo, con nosotros en los Paúles. Me acuerdo de cómo tuve que jugar la final del torneo de primavera con todas las costras de la varicela y con fiebre, de cómo la ganamos, de ver ese vestuario gritando entre las locuras de Villalba, Peco, Paco, Mendoza… Veo cuando empecé a entrenar, como muchos de vosotros. De ver enfrente a un montón de críos que nos sacaban de nuestras casillas y casi siempre se negaban a entrenar con seriedad. Las broncas del Manso, el famoso ‘¡Gonzalo Obispo Cerviño, fuera de España!’ que soltó en uno de sus shows vespertinos, los comienzos con Kike y con los cadetes del colegio… Todavía me acuerdo de los tres únicos jugadores que se presentaron antes de que tuviéramos que ir clase por clase pidiendo chavales: Lucas, Jonás y Ramis. Me acuerdo de Javi lanzando esos obuses en aquel equipo del 96/97, de Ramis caracoleando en la banda izquierda, de Alberto ‘El Lesionado’ llenando el campo y del otro Alberto quemando la línea de cal detrás de él, de Rubi jugando de libre o de Evaristo cazando a algún rival. Tengo todos esos momentos guardados, a cámara lenta, en mi retina. Jonás haciendo algo que todavía no he visto a un profesional y que nos dejó al Moe y a mí con la boca abierta, los dos Ángeles marcando más de 27 goles, uno en la 98/99 y el otro en la 99/00, Lucas convirtiéndose en El Gran Capitán… ¡Dios, qué recuerdos!

Todos, todos ellos forman parte de ‘Eso’. Yo sé que vosotros lo sentís, o que queréis volver a sentirlo. Parad cinco minutos y mirad por un agujerito en vuestros recuerdos. Merece la pena, os lo aseguro.

Nos vemos por aquí

Nos vemos por aquí

Desde la despedida el 19 de octubre de 2006 de la que ha sido mi familia durante más de dos años muchas cosas han cambiado. En los últimos dos meses he visto cómo lo que fue nuestro lugar de reunión, el 'Escocés', se queda vacío noche tras noche. Nada es como antes. No sé, nunca esperé que todo se iría al garete de esta manera, pero bueno, supongo que es ley de vida y que, como en todo, hay que adaptarse a los nuevos tiempos.

Yo, por mi parte, añoro cada uno de los momentos que he pasado allí con José, Mamen, Moro, Mary, Meli, Íñigo, Emilio, Carlos, Germán... Creo que por mil circunstancias nunca ninguno de nosotros volveremos a sentir algo tan fuerte en un trabajo como allí, por eso me da pena que se esté perdiendo todo eso. Yo vi nacer ese proyecto, y he pasado por todas las etapas del mismo, las buenas, las malas, el infierno y el cielo, y nunca cambiaría ese lugar por nada del mundo. De hecho, todavía sueño, de vez en cuando, que un buen día, de repente, sucede algo que permite que nos volvamos a reunir. ¿Os imagináis? Sería algo increíble.
Han pasado dos meses y, aunque mantengo contacto con muchos de vosotros, lo cierto es que os echo mucho de menos, en todos los aspectos. Aquí todo es diferente, desde la gente hasta el sitio físico de trabajo, pasando por el ritmo, el método... Nada tiene que ver con nuestro querido peri, y es que os aseguro que no hay nada igual. No puedo quejarme porque la vida me ha dado una oportunidad increíble con el tema de la revista, pero la verdad es que creo que aquello que dijo Sonia hace mucho tiempo sobre mi actitud ante la vida es cierto: soy incapaz de sentirme realizado, haga lo que haga. A veces pienso que podría salvar al mundo y me iría a casa diciendo, pufff, me la pela. Tengo un problema serio.

De momento las cosas marchan bien, pero lo estoy pasando fatal para asimilar mi nueva vida. Es como si hubiese tenido una relación con una chica tan absorbente, tan entregada, que una vez separados no sepa ni dónde estoy. Así son las cosas. No me acostumbro a mi nuevo horario, ni al ritmo de mis amigos de toda la vida, ni a una vida reposada, ni al ritmo de trabajo, ni a nada. Los días pasan delante mía (qué razón tienes Juan) sin que yo haga nada por hacer que sean de otro modo salvo en momentos como los días sueltos que veo a Victor y Alberto, o el día que quedé con Oscar y Michel, o la Nochebuena. Es cierto eso de que a veces puedes estar rodeado de gente y sentirte solo. muy solo.

Pero bueno, en realidad he comenzado a escribir de nuevo en el blog porque el otro día recibí un mail de alguien muy especial llamado Luis Vilches, el gran 'Vilches'. Es increíble cómo una persona en concreto puede hacer que te pongas manos a la obra con algo. Luis, prometo seguir informando desde aquí, un abrazo enorme niño, créeme que me gustaría estar allí en el concierto de los Goo Goo Dolls contigo.

Un fuerte abrazo!!! Nos vemos por aquí.

FOTO: Chesvil en cualquiera de las mil y una noches que pasábamos riendo en el Escocés. Eres grande.

Parece mentira que hayan pasado dos años...

Parece mentira que hayan pasado dos años...

Dos años y dos meses después de empezar esa maravillosa locura llamada diario Qué! mis pasos se encaminan hacia otro lugar. Como dice el título de este post, parece mentira que ya hayan pasado dos años desde que en un baño de la planta baja de GU Álex me dijera que hablara con él para venirme al Qué!, desde que hiciéramos las maletas José, Mamen, Jorge, Laura, Bego y yo y nos plantáramos el 1 de septiembre de 2004 a darle forma a algo que estaba, está y siempre estará perfectamente moldeado en la cabeza de ese genio llamado Sope. Estos días han sido tan duros como emocionantes. Entre reuniones, nervios en conversaciones por teléfono, confusiones, ofertas y demás momentos de ansiedad, lo cierto es que me he acordado de muchas cosas y de mucha gente. De cómo llegué a formar parte de GU cuando Gus me buscó un sitio en la web porque ya no podía más en mi antiguo curro por los viajes, por mi situación personal y por la valoración de mi trabajo. Allí en MC dejé a grandísimas personas: Manolo, Mónica, María, Soni, Marita...
Me acuerdo de cómo iba a trabajar a GU con la única idea de aprender a manejar Dreamweaver, descansar mentalmente y hacer tiempo para irme a USA en enero de 2005. ¡Quién me iba a decir que iba a quedarme al final tanto tiempo!
Y mañana empiezo en el nuevo proyecto. La verdad es que tengo muchas ganas, muchas. Vamos a pasarlas putas, pero creo que sí podemos comernos el mundo. ¡Gus, Chemo, podemos hacer realidad lo que tantas veces dijimos en la facultad!

Como homenaje a la que ha sido una parte más de mi familia durante estos dos años sólo puedo colgar la despedida que les hice yo a ellos, una insignificancia teniendo en cuenta lo que ellos me hicieron a mí en esa mágica noche de 19 de octubre de 2006. Os quiero.

Me llevo cientos de recuerdos…

El ‘Comando Local’ y todo lo vivido con todos los que están o han pasado por la sección desde que empezamos allá por septiembre de 2004, nuestras reuniones en la ‘Love Room’ -como la bautizó Merino-; las noches eternas en el ‘Escocés’ con la Copa de Europa en nuestras manos (Cuando éramos los mejores), las ‘Princesas’ a las que cantábamos Emilio, Alfon y yo en ‘Elcano’ durante aquellas juergas nocturnas, las risas que nos echábamos durante los primeros cierres infernales en los que acabábamos a las tantas, el garrafón del Moby Dick o del Honky al son de nuestros saltos, las noches con Pepe (¡míticas!), el incendio del Windsor junto a Jordi y Gus, y el mes y medio que vino después; los momentazos grandiosos de esos genios llamados Manuel Gil y Eva Merino (la que van a montar en El Confidencial Digital y en La Sexta, por Dios), las culebrillas, las farsas, las farras, el adiós de Vilches con manteo incluido (genio y figura allá donde vaya), la noche de la capea y cómo la acabamos Ferreiro, Solana, Luis, Juanan y yo después de que nos echaran de un garito en Santa Engracia, los partidos de la Selección vistos en el curro, las noches en las que volvíamos todo mocos en secreto a la ofi a ver a los de cierre y echarnos unas risas, el día que vinieron los niños de Irak y cerramos un puto periódico en dos horas (¡menuda noche!), los momentos con Germán mientras nos tomábamos una cerveza… ¡o mil!, las peleas de Julito con Badía o con Pedro, Antonio… (Julius, no pierdas esa garra, ¡en serio!), los 400 kilómetros en moto con José para ver el estado de las salidas de Madrid antes del verano de 2005 (cuando lo recuerdo aún me duele el culo), el primer puesto compartido en el ranking de Entrañables, las charlas en el despacho con Alex, conocer a un tío como Pacheco (¡eres el puto amo tronco y lo sabes, en el Qué! o en Marca!), las noches a tope con el Esnukao, Mamen y el Moro en los primeros tiempos cuando esto ni andaba por su propio pie, mi experiencia en Zaragoza con el loco de Victor, Héctor, Nacho & Co…

Yo, que he tenido la suerte de conoceros en gran medida a todos o casi todos, sólo puedo daros las gracias, de verdad. Gracias a mi gente de Madrid, a Íñigo (sabes que lo que pienso de ti, así que sobran las palabras), a Nuria (gracias por el apoyo que me has dado desde que entraste y tu entrega), a Inés (estás como una cabra, pero eso es precisamente lo que te hace muy especial), a Diego (en tres días te convertiste en mi puto ídolo, pibe. No te pares ante nada), a Merino (sabes que me dabas la vida niña, ¡un besote y suerte!), a Gus (por muchos años mi colega y por muchos más. En todos los curros debería haber un Maeso), a Bego (sabes de mí mucho más de lo que nadie se puede imaginar. Gracias por escuchar), a Manolo (el tiempo que estuviste fue grandioso y divertido, chavalote), a Ángel, Montse, María, José Leal…

Gracias a Alex (quien confió en mí cuando no era más que un huevón y quien consiguió que sea lo que soy hoy. Mi maestro y sobre todo, mi amigo), al Esnukao (te quiero tío), a Mamen (mi niña favorita), Josele (fofisssssssssssssssss, te veo prontooooooooo. La de partidas que nos vamos a echar juntos), Sergio (siempre el ‘másmejor’), Moro (te echo de menos nen) y Laury (gracias por cuidar de mí siempre), gracias chicos por tantas y tantas cosas que aquí ni caben… ¡Y las que vendrán! Gracias Mariano (sé que soy un poco culebra, pero te agradezco infinitamente la confianza y amistad depositadas en mí, a las que yo correspondo), a Exther (eres mi rubia favorita del curro, lo sabes ;-), ¡sabes que me iría contigo al fin del mundo!)

Gracias a Ana (por confiar en mí cuando llegaste y por contar conmigo para todos tus proyectos, y por tu ayuda. En muchas cosas ha sido decisiva), a Pedro y Antonio (los ‘Pimpinela’ del periodismo. Hemos pasado momentos duros, pero fijaos ahora, los hemos superado todos y ¡tirando palante!) Gracias a Salva, por darme bola durante estos meses, tron. Y gracias al gran gran Javier Badía (no leas este texto, que debe tener erratas ‘pa’ cagarse neng!)

Gracias a Pepe (eres el tío más grande de aquí a Lima), a Germán (sabes que para ti estoy donde y cuando sea, aunque nos vemos seguro el 1 de septiembre de 2007, ¡no te olvides!), a Barrado y Alberto (los putos amos, junto con ‘Pizarrus’, de la info. Ya no podré hacer esas visitas continuas a vuestra sección, cabronessssssss, ¡os libráis de mí!), a José González (por aguantar todas mis gilipolleces, eres el hombre con más paciencia, tron, ¡no sabes lo que voy a echar de menos esos viajecitos en moto!), a Miguel (no me ha dado tiempo a conocerte más, tron, pero ¡eres un buen tío!), a Rober (probablemente el fotero más tiquismiquis de todos los tiempos, ¡pero un grande cuando se pone!).

Gracias a Meli (por escucharme, por reírte conmigo, por esos desayunos y ser como eres, ¡madurita resultona!), a Julio (grande entre los grandes, no te olvides del Sapo tío, porque yo no me olvidaré de ti, ni de Waterworld, jajajaja), a Amparo (si ejjjj que te tenías que haber quedau en Local, Antoniaaaaa), a Marta (otra que tal bailaaaaaaa, menudas nochecitas de farraxxxxxxxxx), a Lucía (ya no estás pero sabes muy bien también lo que significas para el Sapo y el Esnukao –la tía con más clase-. Eres grande y ¡seguirás siéndolo en la tele!), a Arancha (por echarme cables y por ser tan buena tía), a Bea (¡esas sidrassssssssss coñooooooooooo!) y a Víctor!!!

Gracias a mi Ferreiro (por ser mi compa, amiga, confidente muchas veces y por estar a mi lado), a Nachete (sólo con ser de Hortaleza ya tienes ganado un sitio en el cielo y en mi corazón, pero es que además ¡eres el puto amo tron!), a Castel (tenerte a un metro me ha dado más paz de la que crees, tío. El Qué! lamentará tu pérdida mucho), a Pauli (mi pequeña Pauliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!). Gracias a Chuchi (esas ilustraciones triunfarán, porque son la cañaaaaaaaaaaaaaaaa), a Bárbara, a Gema, a Estrella, a Lidia, a Bea (¡en Local se te echa mucho de menos niña!) A los que ya no están pero que fueron tan importantes para sacar esto en los difíciles comienzos. A Kike, Maño, Pamplona, Solana, Bea, Sara, Vero…

Gracias a los chicos y chicas de La Vida, Deportes, Gente, Tele, Cartelera y el resto de páginas que os chupáis día tras día. A Ari (ya sé que probablemente esto ‘no te parece’, jejeje, pero eres la caña, niña), Carmen (la tía con más clase, tal y como pensamos el Esnuketis y yop), Fer (el mejor tío que hemos fichado en los últimos 40 años), Javi Escaramanga (¡cuida de esas fiestas de los teclados, neng!), Borja (preséntate ya a algunas azafatas de la tele, ¡coñe!) y Jorge (esas parrillas de modaaaa).

Gracias a Lucas por ser siempre un apoyo y una balsa de aceite para mí y para todos los del periódico, a Emilio, Alfon, Ernes, Margaaa y José por entender mi modo de trabajar aunque no sea muy práctico en muchas ocasiones, por vuestra compañía y compromiso, y por estar al lado siempre. Gracias a los ‘Coordinators’, a Sagas y a Nico, dos grandes y libres que han llevado doce ciudades con dos cojones y que han dejado huella, mucha huella. ¡Sois muy grandes los dos! Gracias a Maite, a Patri y a Tauler por echar un cable siempre que se necesitó y se necesita. Más de lo que creéis habéis ayudado. Gracias a Ángeles, Almu, Rosana y Julia, por no darme por imposible nunca. Hay momento en los que pienso que me perdería en una habitación si no estáis por ahí.

Gracias a “Sistemas Doñoro y Mario S.A.”, que siempre me han ayudado y han hecho posible que ese maravilloso sistema llamado Mileniun asssssssscoooooo no se vaya cada dos por tres!!!! Y un recuerdo para los nuevos Qué! Casassssssssssssssss!!!! (Sory, Raquel, Antonio, José, Miguel…)

¡Gracias a Publi! ¡A esa Helenita, a Marta, a Mingo, a Fer, a Alejandro y Mercedes! Lleváis aquí desde que nacimos, y juntos nos habéis metido… muchas publis jodidas, juas juas juas!! Si no estuvierais ahí jodido lo íbamos a llevar. Y gracias a los coordinators de publi. Gracias a Belén (no verás este correo niña, pero lo mereces un montón!!!), y gracias a Tamara y su equipooooooooo!!!

Gracias a la sección de los ‘culebrillas’, sí, sí Dani, no mires para otro lado. Gracias por esas risas y por también haberos conocido. Gracias a Oporto, a ¿???, ¿???, ¿??? Gracias a Daniiiiiiiiiiii Querubbbbbbb, el controller de moda. ¿Nos vamos al Lolita o qué? Sois la peraaaaaaaaaaaa.

Gracias a todos, de verdad. Por estos dos años en los que, al margen de unas cosas u otras, he conseguido algo muy importante, trabajar junto a amigos y colegas, y no compañeros de trabajo.

Esta noche será la hora de entonar por última vez… HASTA QUE SALGA EL SOL BACARRÁÁÁÁÁÁÁÁ!!!

Y RECORDAD, LA FARRA TIENE CAMINOS INEXCRUTABLES.

¡¡¡Un beso a tod@s!!!

 

A 12 de los 28

A 12 de los 28

Alguien a quien quise mucho me dijo una vez que cuando caes, cuando realmente te sientes como la última mierda, ves las cosas tal y como son, o en su justa medida, como esa persona comentó entonces.

Pues bien. Si deseas saber en qué momento de mi vida me encuentro, se podría decir que estoy justo en la fase posterior a la caída. Ahora, excepto en algunos momentos en los que tengo bajones de ánimo más fuertes de lo normal, veo las cosas “en su justa medida”.

 Sé que leyendo estas líneas estarás pensando: “No me lo creo. Si fuese cierto no tendría tantos problemas para escoger una salida a todo este embrollo en el que los azares del destino te han sumido”.

La respuesta es sencilla: precisamente porque veo las cosas desde ese punto de vista, no es fácil tomar esta decisión. En otro momento de mi vida las cosas iban y venían a una velocidad tan vertiginosa que muchas veces ni siquiera era consciente de que pasaban frente a mí. De igual modo, en otra época podría haberme tirado al charco –como dice mi querido Patxi- sin pensarlo dos veces, pero nunca me he sentido como lo vengo haciendo desde hace ya dos años. De vuelta de todo y sin ganas de conseguir nada más que un lugar frente al mar en el que sentir una suave brisa por la mañana, y el viento y el rugir de las olas por la noche.

 Seguirás preguntándote qué cojones quiero decir con todo esto, ¿verdad? Sólo intento hacerte comprender que cuando te digo todas esas cosas te estoy hablando siempre en serio, aunque sé que tengo muy poca credibilidad. No es que me falten más o menos cojones. No es que tenga más o menos miedo. Se trata de sentimientos encontrados con los que llevo conviviendo desde hace ya mucho tiempo. 

Cada mañana cuando me levanto y miro por la ventana hacia el cielo, pasan unos instantes. ¿Sabes? Puede que sean los únicos dos o tres minutos en los que no me martirizan miles de recuerdos, de deseos, de contradicciones, de sueños rotos y de sueños por conseguir. Vivo así desde tiempos inmemoriales. Y siempre, siempre, me siento como una hoja a la que el viento mueve a su gusto.

 

Tal vez tengas razón cuando dices que tengo miedo al éxito, a que me salgan las cosas bien. Que es más fácil ir por la vida siendo un abanderado del dolor que de la alegría. Puede que sea cierto que siempre que he conseguido algo he salido huyendo. Pero también es cierto que he probado ambos ‘bandos’ y que ya he visto de todo. Me cansé de sentir esas punzadas que se clavan como cuchillos cuando caes sin remedio.

 Soy alguien en el que se da cita el sinsentido. He sido capaz de pasar cinco años tocando con un grupo para que cuando llegue el momento de apostar a por todas escapar; salir con una persona un año y medio para que en lo mejor de la relación acabar con ella; trabajar durante cuatro años en una empresa para cuando hacía las portadas de las revistas despedirme…

Soy así. Imprevisible pero predecible. Extraño pero conocido. Peligroso pero inofensivo. De hielo y a la vez un volcán. Pasota y responsable. Lo soy todo y no soy nada. Ése es mi problema. Que nunca estoy en un término medio. Que no soy capaz de estar en ese punto.

 

Hubo un tiempo en el que sí lo era. Cuando me encontraba en medio de todo el grupo que salíamos juntos, cuando era el confesor de todos y cada uno, cuando tenía que mediar entre ellos. Pero se acabó. Se fue todo a tomar por culo. Y ni quiero que regrese tal y como terminó, ni deseo volver a ser ese chico.

 

Te equivocas cuando dices que quiero que todo se quede como está. Que por mí volvería al pasado en este mismo momento. No en esas condiciones. No cuando ya he descubierto que aquello pasaría de nuevo aunque nos dieran otra oportunidad. Eso sí. No dudo de que aquellos fueron los mejores años de mi vida, y que siempre los llevo en lo más profundo de mi ser. No hay día en el que no recuerde a todos ellos sentados en el parque riendo. Ni los primeros amores que compartimos. Ni las primeras lágrimas. Ni las primeras borracheras. Nada se escapa a mi memoria. Sin embargo, hace algún tiempo que mi mente se abrió por fin y se dio cuenta de que todo hubiese sucedido de igual modo.

 Tienes razón cuando dices que las cosas ya han cambiado, que no entiendes por qué digo que no quiero que cambien si ya lo han hecho. Sencillamente, por un motivo. La herida más grande, por encima del silencio de la despedida de mi padre o por el mayor amor de mi vida que perdí, se encuentran sus miradas. Los ojos de todos ellos en ese día de verano en el que se clavaron en mí como rayos. Ese día morí. No me preguntes cómo, pero pasó. Morí para todos ellos. Morí para esos sueños de juventud. Por eso huí. Huí lo más lejos posible. Me refugié en Alessia durante un año y medio. Una chica con la que casi no hablaba y fíjate: 18 meses juntos. En Nuria, en ti… Algo se escapa a la lógica, ¿no crees? Esos son los detalles en los que nadie nunca se ha fijado, por eso nadie se ha dado cuenta de qué era lo que me pasaba en verdad.

El problema es que, a pesar de que las cosas ya han cambiado, las heridas sí que se han cerrado. Y no deseo, no puedo soportar la idea de que se vuelvan a abrir. No podría soportar una nueva caída.

 

Asimismo, ya he hecho demasiado daño a todos los que me rodean sin haberlo deseado. No puedo convivir con la sensación de que te pueda hacer daño. Puedo hacerlo con quien no me importa. De hecho, lo hago a diario, pero no con alguien tan especial como tú. Piensas que todo esto es una excusa, lo sé, pero no es cierto. Cada persona que se acerca a mí como pareja termina destrozada no sé muy bien por qué. No tengo idea de qué puede ocurrir, pero todas y cada una de mis relaciones han terminado con un dolor insufrible para ambos. Termino haciendo daño a quienes os acercáis porque soy alguien a quien no le gusta el dar explicaciones por nada, que no puede quedarse en un término medio, que no es capaz de preparar nada con más de dos horas de anticipación, que tiene cambios de humor estúpidos, que piensa en el momento, etc. Antes no era así. Ahora hago lo que me parece y no sé no hacerlo.

 Tengo miedo, sí. Miedo a que vuelva a suceder. Miedo a ver tus ojos llenos de dolor de nuevo. Miedo a que me odies por ello.Son un millón de sentimientos los que me embargan en cada momento. Pero ninguno de ellos es suficiente para erradicar al resto, y así llevo viviendo desde hace mucho.

He aprendido demasiado bien el oficio de estar y no estar. De aparecer sólo cuando quiero. De ser y no ser. De ser lo suficientemente agradable como para que me abran su corazón en cinco minutos y lo suficientemente superficial para que me olviden en otros cinco, como dicen George Clooney en Ocean’s Eleven. Soy la eterna sonrisa y los ojos tristes. La bestia que nunca duerme. Aquél que siempre está dispuesto a quedarse otra ronda más. La mayor farsa del mundo. Nada de lo que se ve es real. Nada.

 Me han inundado durante años con frases como “estás triunfando, siéntete orgulloso”, “siempre estás contento y sabes hacer reír”, “¿cómo lo haces?”, “sólo tú me entiendes de verdad”, y millones y millones de cosas que tan sólo responden a una farsa de proporciones bíblicas.Digamos que El Sapo se comió a David Sanz, y éste sólo sale a la superficie cuando me quedo solo. Cuando mi propia tristeza me come por dentro. Cuando lloro como el otro día. Cuando me doy cuenta de dónde he caído.Sé que nunca volveré a ser el que fui. Que hace mucho que he dejado de creer que eso sería posible. Ya no creo en los otoños llenos de colores ocres, ni en el cielo rojizo del atardecer. Ni siquiera creo en el olor a mojado en los primeros días de octubre. Y eso ha hecho que deje de creer en otras muchas cosas. No creo ya en casi nada. No creo en mis sueños, ni creo en la redención. He renunciado al amor. A encontrarlo. A buscarlo. He renunciado a sentirme querido. He renunciado a querer.

Por eso mismo todo esto es tan complicado. Has tenido la mala suerte de encontrarte de lleno con alguien a quien han robado sus sueños, sus lágrimas, sus sonrisas. Sé que siempre las llevo puestas, como quien dice. Pero todo es fachada. Soy un actor de primera, créeme.

 Como amigo estoy siempre al lado de quien me necesita en cada instante. No fallo nunca o casi nunca (aunque últimamente se me va la cabeza). Sólo quiero darte las gracias por haberme abierto tu corazón. Por contarme todas esas cosas que hablamos todas estas últimas semanas. Gracias por ayudarme con mis problemas, con mi trabajo, con mi pasado. Sé que todo lo has hecho pensando en mi bienestar.

FOTOGRAFÍA: Todos en la boda de Juanvi, el 8 de Julio de 2006.

De mi propia transición

De mi propia transición

Hace mucho que no escribo aquí. No sé si será por mi preocupante falta de tiempo o porque en realidad no hay mucho que contar. Da igual. Si 2005 fue el año de la caída definitiva, 2006 parece que se va a convertir en el de la transición. No sé hacia dónde camino, pero sé que mis pasos no volverán por donde ya han pisado. Se dice pronto el caos en el que he vivido en los últimos tres años. No soy capaz de enamorarme de nadie -a veces creo que ni de sentir algo real por alguien-, y quien se acerca (lo siento Ana y Raquel, gracias por aguantar tanto a mi lado) sufre tanto como yo esta tara con la que convivo hace años. Ahora incluso estoy comenzando a pagar físicamente los excesos de todas esas noches en las que me he dejado llevar. No me arrepiento, pues he vivido un sinfín de sensaciones y momentos, pero sí, ha llegado el momento de cambiar.

FOTOGRAFÍA
Íñigo, Nuria y Sapo en Avenida de Brasil, Marzo 2006

Adiós 2005, y no vuelvas más

Adiós 2005, y no vuelvas más

Decir adiós a un año como éste no me resulta nada difícil. Desde que tengo uso de razón no recuerdo uno tan malo como 2005. Se puede resumir en tan pocas palabras que casi duele pensar que he perdido 365 días de mi vida en luchar por causas perdidas, amores inexistentes, amigos traicioneros…

Pocas cosas puedo salvar una vez he mirado atrás y analizado todo lo que ha pasado. Entre ellas, como siempre, están personas como Víctor (no sabes las ganas que tengo de verte feliz junto a tu chica), Kuki, Alberto, Rober, Casas, Juanvi, Luao, Afri, Manolo, Pablete, Cesitar… y, por supuesto, Chemo. Año tras año, y aunque éste precisamente no hemos estado tan juntos como en 2004, sigues siendo un pilar en mi vida nen. También están Gusi, que se marchó del periódico porque no veía a sus niñas (bien hecho tronco, cuento los días para volver a trabajar juntos en algún otro lugar) o José Luis, Mamen, Moro…, que han sido y son las personas que más he visto y con las que más he compartido en esta aventura tan emocionante como decepcionante llamada Qué!

He echado mucho de menos a Charlie, Raúl e Ivi, a los que este horario infernal me los ha robado por un tiempo. Sin embargo, los compañeros de los momentos más emocionantes de mi vida en estos últimos tres años siguen estando ahí, al pie del cañón. Volver a recuperarlos es uno de mis retos para 2006.

También ha habido alguna que otra sorpresa agradable, entre las que se cuentan Chesvil (Virginia loves you man!!! And Madrid too!!!) o Andrea (cruza el charco pronto niña, porque en este último mes y medio me has hecho vibrar).

Más allá de estas personas poco más puedo decir de un año en el que ha reinado el caos por completo en mi vida, en el que he engordado a base de alcohol, fiestas y cenas unos 20 kilos, en el que se han quedado por el camino los pocos sueños de adolescencia que siempre me habían acompañado incluso ahora, en el que casi todo ha sido una farsa, y en el que, por desgracia, no me he recuperado por completo del pasado. Desde 1992 (cuando comencé a vivir de verdad) no había tenido un sentimiento tan destructivo como el que ahora está a mi lado. Diez años perfectos, un 2001 y 2002 de verdadero amor, un 2003 de emociones, un 2004 de transición y un 2005 de caída. ¿Será 2006 el regreso de mi sonrisa?

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Sapo y Chemo en el Quinto Pino, Nochebuena 2004

"Who I Am Hates Who I've Been"

I watched the proverbial sunrise
coming up over the Pacific and
you might think I'm losing my mind,
but I will shy away from the specifics...

'cause I don't want you to know where I am
'cause then you'll see my heart
in the saddest state it's ever been.

This is no place to try and live my life.

Stop right there. That's exactly where I lost it.
See that line. Well I never should have crossed it.
Stop right there. Well I never should have said
that it's the very moment that
I wish that I could take back.

I'm sorry for the person I became.
I'm sorry that it took so long for me to change.
I'm ready to try and never become that way again
'cause who I am hates who I've been.
Who I am hates who I've been.

I talk to absolutely no one.
Couldn't keep to myself enough.
And the things bottled inside have finally begun
to create so much pressure that I’ll soon blow up.

I heard the reverberating footsteps
sinking up to the beating of my heart,
and I was positive that unless I got myself together,
I would watch me fall apart.

And I can’t let that happen again
‘cause then you’ll see my heart
in the saddest state it’s ever been.

This is no place to try and live my life.

Who I am hates who I've been
and who I am won’t take the second chance you gave me.
Who I am hates who I’ve been
‘cause who I’ve been only ever made me...

So sorry for the person I became.
So sorry that it took so long for me to change.
I’m ready to try and never become that way again
‘cause who I am hates who I’ve been.
Who I am hates who I’ve been.

Así me siento WHO I AM HATES WHO I'VE BEEN

Todo sigue igual

Todo sigue igual

La vida es dura, sí. Pero se hace casi insoportable cuando te das cuenta de que lo que ves, lo que tienes delante, no va a cambiar nunca. Pase lo que pase, las cosas vienen establecidas y poco o nada pasa al margen de la voluntad del destino. Una pena, sobre todo teniendo en cuenta que en este mundo todavía hay gente que cree que este mundo es algo por lo que merece la pena luchar.
En los dos últimos meses (más o menos el tiempo que llevo sin escribiros) he confirmado todo lo que durante este último año -curso lo llaman otros- he venido observando. El gran Teatro de la Farsa nunca cerró sus puertas. De hecho se encuentra en temporada alta y todos tenemos un ticket para disfrutar o sufrir con sus obras. Miro a mi alrededor y veo, tal y como dice Kuk, cada vez más actores.
En noches como las de ayer me doy cuenta de que, por desgracia, todo lo que llevo pensando durante estos meses es cierto y no una mala pasada de mi imaginación. Palabras que se lleva el viento. Buenos propósitos y conversaciones que se quedan en eso, en un guión aprendido que mientras se trata de ensayos sin público delante es perfecto, pero que cuando hay que salir ahí fuera se convierte en ceniza. Patético.
Un día más me he levantado y no he visto nada por lo que merezca la pena luchar. Una pena. Espero al menos que esos actores sean eso, actores, porque si no esto sí que no tiene sentido de ninguna de las maneras.
Gracias José Luis, Kuki y Polo, creo que sois las únicas personas auténticas (para lo bueno y lo malo) que he conocido. Al menos sois tal y como os mostráis. Ni siquiera yo soy así.

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Pacheco, Maeso, Sapo, Kike, Moro y el José, en el Qué! Navidad de 2004

Este vez no pudo ser. Habrá otras

Este vez no pudo ser. Habrá otras

Esta semana se ha propuesto complicar mi vida un poco más y la verdad es que lo está consiguiendo. Hoy debería viajar con Vic, Neo, Casas, Oli... a la casa de Rober en Murcia, recoger al Golfo y tirar millas para pasar una noche mítica como las de antes, pero no va a poder ser.
Los problemas familiares y el curro me han impedido hacer eso que tanto me gusta: dejarme llevar por el caos completo y sentirme, como me llevo sintiendo desde hace años,cómodo en él. Hoy no podrá ser amigos, pero habrá otras oportunidades de saludar al nuevo día frente a un mar y con un Ballantines en la mano mientras reímos sin cesar. Sé que ésto no podreis leerlo hasta el lunes, pero espero que os lo esteis pasando genial allí.
Yo de momento tengo mucho que hacer. Preparar dos fiestas en menos de dos semanas antes del verano, terminar todas las colaboraciones con PC Juegos, PC Pro, PC pollas y demás movidas en las que estoy metido y preparar toda la intendencia marihuanil de Tarifa.
Espero veros este verano donde quiera que paséis los últimos días de agosto. Entonces sí que apareceré como Gandalf, como dice Oli. Tengo ganas de veros nenes.

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Casas y Cambro/Oli y MA/Neo y Luchy/Moya, Kuki y Fausi/Rober, Vic y el Sapo/Afri y Lu. Fiestas Hortaleza 2005

El fracaso de unos buenos propósitos

El fracaso de unos buenos propósitos

Empezar un año siempre es sinónimo de nuevos propósitos, retos, promesas… Para mí, 2005 también iba a comenzar de ese modo, pero dos días antes de que el reloj diera paso al nuevo año algo cambió. Dos hechos puntuales desde los que no he conseguido levantar cabeza: Beatriz y el ‘accidente’ de coche.

En el pasado, hechos así ya habían cambiado mi vida. El primero de ellos, en verano 1992. Fue el año de la bulimia, de la anorexia. Fueron los dos meses y medio de los 45 kilos menos, de la lengua sin vitaminas destrozada de por vida y de la anemia brutal. El segundo, a comienzos de 1993. Éste tiene nombres y apellidos: David Gómez Fernández ‘El Golfo’. Él fue quien me enseñó, sin saberlo, a ver las cosas desde un punto de vista que siempre, de un modo u otro, me ha acompañado durante estos años. El tercer hecho que marcó mi vida sucedió el 30 de enero de 1996. Ruth me dejaba sin darme muchas explicaciones. La quería más que a nada. Hubiese dado mi vida por ella. Hoy día ya se ha pasado todo el dolor, pero siempre que la veo siento algo especial y aparece la melancolía.
Del cuarto hecho todavía no me he recuperado, y creo que nunca lo haré. Fue la fatídica noche de verano de 1997 en la que todo se acabó. Cuando la amistad tal y como la conocíamos mis amigos y yo se rompió. El momento del adiós de un montón de historias. Sólo quienes estuvimos allí sabemos cuántas cosas cambiaron a partir de entonces. Y el vacío que las siguieron.

Desde entonces yo seguí un camino que, equivocado o no, ha dado tantas noches de gloria como mañanas de arrepentimiento. Hasta el 8 de febrero de 2003. Aquél día dije adiós a la persona que más me ha querido en la vida, a quien hubiera dado su vida por mi, a la chica con la que quise compartir mi vida. La mente y el corazón juegan malas pasadas, y como dice Kuki: “Cuidado con los espejismos”. Desde entonces todo ha sido una locura, aunque todavía me quedaban tres golpes más por asimilar. Uno de ellos sucedió el 24 de mayo de ese mismo año, cuando –todavía no puedo quitarme de la cabeza cómo me enteré- Victor, Oliver y Fausto me dijeron que Iván había muerto. Se trataba de alguien especial, pero sobre todo representó el primer amigo que la muerte me quitaba en la vida. Fue entonces cuando vino la consecuencia directa. ¿Y mi padre? Millán Sanz apareció por primera vez en mi cabeza desde que se fuera allá por febrero de 1989, cuando sólo tenía 11 años.
La vida juega malas pasadas, y como la historia se repite, 2004 se convirtió en el valle de las sombras. Creo que puedo contar con una sola mano los fines de semana de los que recuerdo algo que el alcohol no haya dejado en un cómodo olvido.

Entonces llegaron los dos últimos golpes, salvo que esta vez ocurrieron el mismo día: el 29 de diciembre de 2004. El primero de ellos lleva nombre de mujer, Beatriz. Nunca antes la invención de una persona me había hecho tanto daño. De hecho, creo que fue la primera vez que algo así me ocurría. Los caprichos de alguien acabaron con una buena amistad y no consiguieron más que más noches de alcohol, aparte de destrozar mi vida social por completo hasta el punto de quedarme casi solo. El segundo me despertó del mundo en el que estaba inmerso, y sólo una persona estuvo allí para verlo: Jorge García ‘El Moro’. El golpe que me di borracho como una cuba contra la farola me hizo ver que algo estaba mal, muy mal, en mi vida.
Desde entonces han pasado seis meses y medio, y lo más duro de todo es saber que todo, todo, sigue igual.

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Vic, Raquel, Juanvi, Natalia, Mireia, Rubén, Eladio, Kuki, Varas, Sapo y Saúl. Invierno 1994

"Cuidado con los espejismos". Así aconsejó un viejo amigo hace ya algún tiempo a Chema, con el objetivo de que no cayera en falsos oasis en medio del desierto, que es la etapa que sigue a la separación de un ser querido, muy querido. Así ocurrió. Chema sufrió los avatares de los espejismos durante un buen tiempo. Su viaje a través del desierto no resultó fácil, y antes de encontrar el mar tuvo que perder la cordura en varias ocasiones, hacerse daño, hacerlo, y llegar hasta el mismísimo borde de su corazón. Ahora que ha encontrado el mar prefiere no mirar atrás. Le entiendo.

El próximo 8 de febrero hará dos años de mi caída en barrena. De mi pérdida total de la racionalidad, si alguna vez la tuve. Se cumplen 24 meses de soledad absoluta, de carrera sin frenos, de noches en vela, de no recordar nada al día siguiente, de perder la noción del tiempo, de sombras. Hace casi dos años que terminó la vida tal y como yo la entendía hasta entonces. La vida como algo por lo que se podía luchar. Un sueño. Una canción. Un beso. Dos años después no queda ni un atisbo de aquello por lo que viví.

Todos mis amigos me han dicho siempre que no debo mirar tanto hacia atrás. Que no debo pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Tienen razón. He dejado de vivir muchas cosas o las he vivido a medias por arrastrar un sinfín de problemas. También es cierto que no me arrepiento de nada de lo que he hecho, pues siempre que recuerdo, que lo hago a menudo, no lloro, sino sonrío. Han sido mucho años desde aquel septiembre del 92 en el que mi vida giró hasta revolcarme por el frío suelo que es la realidad.

Desde entonces viví soñando. Me entregué en cuerpo y alma a cada deseo que mi alma generaba, a cada persona, a cada relación -a veces demasiado, como dicen Chema o Golfo-. He soñado con un mundo, con una vida que, en el fondo, siempre he sabido que nunca iba a existir. En mis relaciones, amigos, escuela, parques, bares, risas, llantos; en todos ellos puse mi alma. No sé porqué dejé que ese David, ése al que nunca le faltó un sueño, imaginación, amor, amistad, ganas, muriera de forma tan estúpida.

Llegó febrero de 2003 y con él la soledad. La mente y el corazón juegan a menudo malas pasadas pero nunca había sido tan cruel conmigo y con los que estaban a mi lado. A partir de ese momento todo fue una locura. Un sinsentido. Mi vida ha sido una hoja en medio de un vendaval. Ni siquiera soy capaz de recordar, pasados sólo dos años, dónde perdí el control. Sé dónde me equivoqué, pero la vida pone a cada uno en su lugar, y esa equivocación no tiene solución. Ya no.
Tras dos años de descontrol mental, físico y del corazón sólo puedo decir que, a todas luces, mi vida carece de cualquier incentivo. Sólo me queda seguir por este desierto del que en su día habló Kuki y por el que hemos pasado todos. Chema lo superó, alguno de vosotros seguro que también. Yo aún estoy en las peores dunas, y no tengo fuerzas para seguir andando bajo este sol que me tortura.

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Cuando todos te digan que algo no se puede conseguir, háblales de Rudy.

De Ernesto y las noches de Argüelles

De Ernesto y las noches de Argüelles

Gracias Ernesto. Gracias por pinchar ayer a los The All American Rejects, Blink 182, The Starting Line, Cold, Chevelle, Sugarcult, Simple Plan, Hoobastank, y tantos y tantos otros. Fue como regresar a esas míticas noches en el Sisley o en el Gandalf. Esas míticas noches en las que todos saltábamos y cantábamos al son de himnos de otros grupos como Offspring, Green Day o Nirvana.
¿Os acordáis de cómo nos reíamos cuando salíamos corriendo del metro de Argüelles para ver quién era el primero que llegaba al Splash a mear? ¿Y de sus copas de garrafón? Yo sí. Y también me acuerdo de los Tequilas del Texas y del Machito. De cómo bebíamos agua como perros para poder mitigar el picor.
Recuerdo la Trainera, el Edurne, el Rebote. Cúantos Muerte Súbita nos hemos podido beber allí cantando e intentando besar algunos labios que nunca se acercaron, ¿eh?. La Guarra, Juanan haciendo de portero de la tabernita andaluza, Victor volando desde la máquina de Carlos Sainz del Sisley a la puerta durante el What happened to you? de Offspring, Rubén cantando Héroes del Silencio. Hay tantos recuerdos...
El Cómix merecía un apartado propio. ¿Cuántas noches hemos pasado allí?¿Y cuántos tequilas han caído Vic? Qué grande. Creo que los años eran otro cantar en esos días. El colega de la puerta, el pincha, la campanas que nos trajimos de Gandía, el Give it Up. ¿Recordáis cuando salíamos corriendo a por un bocata de calamares a media noche? ¿Y las canciones que nos echábamos a la puerta de la cervecería? Esas hamburguesas que se zumbaba el Juanvi. Esos minis de cali.
No hay espacio que pueda abarcar lo que significaron esos años, y de vez en cuando, en un día como hoy, regresan a mí estos recuerdos. Gracias Ernesto. De nuevo, gracias.

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Dani, Sapo y Juanvi en A'Laboratorio. El día que el Madrid reventó al Bayer Leverkusen en 1998

Amigo

Amigo

Hace un par de días encontré un mensaje tuyo en mi correo. Me hizo mucha ilusión leerlo, aunque en él me contabas que te sientes tan perdido como yo. Vivimos tiempos difíciles, pero aún somos héroes Vic. He buscado un poema. Unas palabras que resumieran algo tan complicado como es una amistad. Y lo he encontrado. Su autora es Gabriela, y en él he encontrado lo que yo siento.

No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos, pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar, pero si te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser. Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas.
Tengo más amigos de lo que imaginaba. Eso es lo que dicen. Cuando les veo, recuerdo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sentían al verme. Y yo siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos, sea en la alegría o sea en la serenidad.
En estos días pensé en mis amigos y amigas. Y entre ellos, apareciste tú.
No estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras el número uno ni el final.
Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.
Yo tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo.
Pensé. Recordé todos los momentos. Entonces entendí que realmente somos amigos.

Nos vemos pronto, amigo.

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Mari, Victor y Juanan, 28 de diciembre de 1999. Facultad de Industriales.

Diciembre

Diciembre

Dos meses y medio después de la última vez que pasé por aquí las cosas han dado algún que otro giro inesperado. ¡Qué cosas! Ese 13 de septiembre escribí que tenía muchas ganas de ver cómo afectaba a mi vida el nuevo trabajo, que el día 15 de ese mismo mes pasaría algo realmente importante, que intentaría ordenar mi habitación, mi alma, mi cabeza. Pues bien, las cosas no han ocurrido ni de lejos como yo había pensado.
Esta semana ha sido el punto culminante a dos meses de decadencia absoluta y de caída libre. En tan solo siete días han muerto los padres de dos amigas. Dos personas que, a pesar del tiempo y la distancia, han estado presentes en mi vida. En siete días otra amiga, mi primer amor, ha llorado en mi hombro desesperada por la vida. Una semana en la que me propuse despertar de una pesadilla en la que creí estar viviendo y me encontré de bruces con otra cosa mucho peor: la realidad.
¿Qué cojones está pasando a mi alrededor?¿Por qué cada vez que quiero arreglar las cosas termino hecho polvo? No entiendo nada.
Comienza diciembre y adivino treinta eternos días en los que poco o nada cambiará, salvo el el color del cielo para decirme que pasan los días y yo sigo aquí, sin encontrar siquiera un resquicio entre tanta desesperación.
¿Qué va a pasar cuándo llegue enero?¿Voy a poder escapar?¿Debo?¿Debería quedarme y luchar?¿Perderé todo y a todos los que aún están a mi lado?
Echo de menos ver a Oli, Alberto y a Juanvi los domingos por la mañana en el Camuñas. Echo en falta las llamadas de Lidia a las tantas de las noches de los sábados. Añoro poder sentarme en la hierba después comer con Chema, Llara o con quien fuera que nos venía a buscar a Recoletos. Echo de menos saber en qué hora vivo, saber que los días tienen 24 horas y no 35, saber que puedo hacer muchas más cosas aparte de escribir sobre Dios sabe qué.
Me siento metido en un gran torbellino del que no sé su punto final, su vórtice, su base. Sólo soy capaz de percibir que pasa el tiempo, los días, los meses (ya han pasado tres meses desde que dejamos GU y tuGUeb.com para venirnos al Qué!) y que estamos casi peor que al principio. Los días comienzan y terminan sin una frontera determinada, y he terminado por perder el sentido del tiempo.
Lo peor de todo es que mires donde mires, todo es un caos. Todos los que me ven de vez en cuando lo saben. Ni la empresa creo que sabe la dimenzión de lo que está montando. Creí que venía a aprender de grandes profesionales y resulta que somos cinco tíos los que estamos sacando esto adelante haciendo miles de labores que ni siquiera nos competen por el cargo.
Todo esto me está dejando KO. Esto y todo lo que tiene que ver, como siempre, con mi vida personal. A mis amigos de toda la vida no les veo. No sé nada de ellos salvo por lo que me llega de vez en cuando de boca de Alberto o Rober, o de los momentos en los que Oli y yo nos encontramos en el MSN. Victor y Juan vuelven en unos días después de sus periplos por el extranjero y no sé cuándo voy a poder verles. Polo ha regresado de Barcelona y le he visto dos veces. Yola se va a vivir a Oviedo y no voy a poder despdirme. Una locura.
De las mujeres ni hablo. Sólo Chema y unos pocos saben lo que de verdad ha estado pasando en estos dos meses, y todos los eventos que han sacudido mi vida sentimentalmente hablando. Todos ellos me dicen que deje de mirar atrás, pero...bueno, ya sabéis que me es imposible.
No sé cómo voy a recuperar las riendas de mi vida, pero algo tengo que hacer y rápido, antes de que me vuelva loco.

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Llanes, Semana Santa 2004

El porqué de todo

El porqué de todo

Hace unos días alguien me preguntó la razón por la que este blog se llamaba Desordenada Habitación. Yo intenté explicárselo, pero bueno, le emplacé a leer la letra de la canción que mejor resume mi vida, y mi modo de disfrutarla y sufrirla.
Para todos vosotros, os guste o no el tema, aquí va:

Despierta ya, mira qué luz
nada envidia el Norte al Sur
recuérdame que lo de ayer
no se olvida sin querer
éramos uno y uno y luego dos
más cerca cada vez de un sueño
sin adiós desordenada habitación
son: tu calor, hacerte el amor
mis miedos y pasión
tanto soñar, con esa flor
mezcla de sol y temporal
el doble filo de un amor real
actores sin guión, un mundo teatral
función sin hora de empezar
deja el frío y entra en calor
y lo oscuro deje paso al color
no me canso nunca de hablar
porque vivo en el silencio más total
diez años antes era igual
eramos uno y uno y luego dos
más cerca cada vez del sueño sin adiós
desordenada habitación
hay algo más recuérdame
que hay que ordenar la habitación.

Algún día conseguiré ordenar mi propia habitación.

PD: Perdóname Sonia. Nunca pretendí hacerte daño, nunca me perdonaré todo lo que te haya podido doler siquiera un poco. Perdonadme los demás, por desaparecer cuando todo se me va a la mierda. Perdona David, por fallarte tantas veces en tan pocos días.

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Sapo en el concierto de Red Dawn en Ritmo y Compás, Septiembre de 2000

La dura vida de un Mohicano

La dura vida de un Mohicano

Han pasado ya varias semanas desde la última vez que escribí por aquí, pero no penséis que ha sido por dejadez. Lo cierto es que entre mi nuevo curro y un ser salido del mismísimo infierno (Gran Canaria, jejejejeje) van a acabar con mi salud, mental el primero, y física el segundo.

Hablando del primero diré que me gusta mucho la idea de adentrarme en este nuevo reto que supone el crear un periódico de la más absoluta de las “nadas”. Tal vez alguno de vosotros dirá: ¡Qué exagerado el Sapo! Si ellos no estarán haciendo nada. Pues nada más lejos de la realidad, pues no sólo estamos el 100% del tiempo reunidos en una sala digna de quemarse en cuanto se tenga la menor ocasión (buscamos voluntarios), si no que además los mataos que estamos allí estamos ‘pariendo’ en el sentido más literal de la palabra el diario “de pe a pa”. Secciones, enfoques, datos, datos, datos…Esto comienza a causar estragos en la moral, y esta es una de las razones por las que ese engendro que lleva tatuado en sangre ese lema de “Dormiré cuando muera” está dejando en evidencia aquél mote que en su día me puso Manuela, en homenaje a mis juergas nocturnas: ‘La bestia que nunca duerme’. Al lado del Jorge parezco una hermanita de la caridad.
El caso es que entre unas cosas y otras me he pasado toda la semana pasada currando hasta las diez y pico de media y saliendo directamente de farra hasta las tantas (seis, siete de la mañana…) Así estoy, que parezco un ñuuuuuu hecho polvo y venido a menos.

Por cierto, hoy he vuelto a encontrarme con Edward Bloom, y de nuevo ha sido algo excepcional, aunque ello haya resultado en un pudrimiento bastante incómodo a estas horas de la noche y con la carga que llevo sobre mi cabeza.
Quedan tres meses y medio por delante, y en momentos como este me gustaría que todo se fuese al carajo de una vez por todas, aunque tenga que soportar a Hesitar gritándome que soy un triste!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Más cosas….¡ha venido a vivir a Madrid mi amiga Mari! La bilbaína. Hacía unos cuatro años que no la veía, y aunque la multinacional en la que trabaja y mis quehaceres impedirán que nos veamos muy a menudo, espero poder hablar con ella pronto como lo hacíamos antaño, y contarnos nuestros sueños y miedos.

El día 15 cambiarán muchas cosas en mi vida, veremos cómo me sorprende la vida.

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Sapo y Llara en Valverde de los Arroyos, Primavera-Verano 2004 Listening Man on the Hour, Pearl Jam. BSO "Big Fish"

El final del verano

El final del verano

Llegó el final del verano, y con él la tristeza inherente a estas fechas. Si bien todavía no estamos cubiertos de hojas caducas que inunden el suelo con su manto, sí que es cierto que me siento un poco más apagado.

Esta semana no ha sido nada fácil. Desde el 11 de marzo no había pasado por un hospital. Todavía tengo esas imágenes grabadas en mi cabeza y no quiero recordarlas de forma grtuita, pero esta semana me ha sido imposible. Un hecho trágico en la vida de Sonia sucedió y no he podido estar tranquilo desde entonces. Ni allí, sintiéndome extraño con toda su familia, ni en mi casa, ni con mi gente. No he salido a penas porque no tenía ninguna gana de hacer nada. Sólo espero que esto pase pronto porque es una familia buena como pocas y no merecen el dolor que se les está infligiendo.

Justo ahora que parecía que poco a poco veía algo de luz en el túnel y había tomado alguna decisión acorde con mis sentimientos, ocurre de todo para evitarme avanzar. Y lo poco que avanzo es tan extraño para mí que no lo hago bien. No apoyo todo lo que debería a Sonia, no estoy bien para nadie, no respondo, no sé qué me ha pasado estos días, pero deseo que no se alargue mucho en el tiempo.

En otro orden de cosas, sólo decir que cada vez tengo más claro el paso de marchar hacia las américas, ver a Juanillo, y buscar algo por allí, fuere lo que fuere. La fecha sigue siendo la misma, el 1 de enero, y bueno, sólo espero poder decir dentro de unos años que fue la decisión más acertada que pude tomar.

Echo de menos muchas cosas. Pero lo que más echo de menos es la tranquilidad. Ayer lo comentaba con un gran amigo. Me siento completamente en un vacío. Un malestar que viene siendo rutinario desde hace ya años, y del que no puedo deshacerme.

Para mí, el verano se va tal como vino: sin hacer ruido. No he descansado física ni mentalmente, y ya me está pesando en el alma el sentirme tan apagado. Es curioso lo bien que finjo delante del resto de personas.

Tras todo lo que ha sudedido, o mejor dicho, después de todo lo que no ha ocurrido este estío, sólo puedo quedarme con esa maravillosa reflexión que escribieron para el paquete de Elijah Wood en El Señor de los Anillos:
¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida?. ¿Cómo seguir adelante?, cuando en tu corazón empiezas a entender, que no hay regreso posible. Que hay cosas que el tiempo no puede enmendar. Aquellas que hieren muy dentro. Que dejan cicatriz.

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Sapo en San Diego (California), Febrero de 2004, cortesía de Larry Ellison, presidente de Oracle, jajajaja!