Cuesta creer
Cuesta creer que un buen día, viendo una película cualquiera, puedas darte cuenta de que has tocado fondo. Fondo no como cuando estás destrozado por un amor imposible o terminado. Fondo no como cuando pierdes a alguien querido. Fondo no como cuando una mala racha se apodera caprichosa de tu vida. Cuesta creer que, viendo una película cualquiera, te des cuenta de que has tocado fondo en tu vida. En tus sueños. En tus ilusiones. En tu propio credo. En tus valores.
Casi 26 años han pasado desde que vi por primera vez la luz del sol. 15 desde que desapareció mi padre. 12 desde que un septiembre de 1992 desperté con 41 kilos menos de un mal sueño llamado anorexia. Y casi uno desde que mi amigo Iván murió. Días, meses, años. Todo es un capricho del camino. Y todo ocurre, como dice Kuki, porque tiene que ocurrir.
Me miro al espejo y no reconozco a la persona que veo frente a mí. No veo al tímido David que huía de todo en sus primeros años. No veo a ese David que durante años miraba la ventana de Diana esperando que, por un momento, asomara su bonito pelo rubio por la ventana. No veo a aquél capaz imaginar cientos de sueños imposibles.
Tampoco veo a ese adolescente que, tras superar por suerte y por su madre, todo sea dicho- la anorexia, afrontaba su nueva vida con ánimos renovados. No veo a ese que corría por Argüelles con Víctor. No le veo saltando feliz en el Sisley, ni tampoco le veo riendo en el parque del Pryca.
No le veo jugando al fútbol en el IFEMA, ni hablando con Almudena y Mónica en el césped de Silvano. No le veo cantando canciones con sus amigos en Malamilk; ni tampoco montando con Moya fiestas de Nochevieja.
No le veo reírse de la vida con Ángel Luis. Ni escuchando hablar de la vida al Golfo. No distingo los campamentos, ni Los Molinos, ni La Manga, ni Cáceres. Tampoco le veo llorando por Raquel, Mari Paz, Vanessa o Ruth. Ni le veo besando a Alessia a escondidas. Miro en el espejo y no veo a ese David que intentaba enseñar algo a sus chavales de los Paúles. Ni tampoco veo esas grandes charlas con Óscar y Manso. No distingo el calor del Dial, del 88.2 o del Milenio. No le veo metido en un coche escapando a Gandía para disfrutar de un par de días en libertad.
Observo detenidamente y tampoco veo las risas de la universidad, ni los aprobados raspados, ni a Chema y él tirados en el suelo de la facultad celebrando la licenciatura. No le veo abrazado a sus chicos en la final, gritando, celebrando el triunfo y la satisfacción personal. No le escucho cantar canciones en ningún Laboratorio, ni en Industriales, ni en Ritmo y Compás; y tampoco le veo con Nuria, Natalia, o besando a María pensando que todo podría ser mejor.
Me miro, de nuevo, pero no veo a Noelia, ni las noches de Ruta con Carlos y Raúl. No veo a Pili, ni tampoco a Eva o Yolanda. No le veo soñando mientras trabaja, ni corriendo en su moto a las ocho de la mañana con Iván. Tampoco está Fausto y su mirada cómplice a las tres de la mañana, ni el calor de volver a casa con Sonia. Intento ver todas estas y más cosas, pero no hay nada. Sólo vacío y soledad.
Me miro en el espejo y no veo a David, ni a Wally, ni al Sapo. Me miro y no veo nada.
FOTOGRAFÍA
Sapo en Cala Yoga (Ibiza), en uno de los atardeceres del milenio. Verano 2000
Casi 26 años han pasado desde que vi por primera vez la luz del sol. 15 desde que desapareció mi padre. 12 desde que un septiembre de 1992 desperté con 41 kilos menos de un mal sueño llamado anorexia. Y casi uno desde que mi amigo Iván murió. Días, meses, años. Todo es un capricho del camino. Y todo ocurre, como dice Kuki, porque tiene que ocurrir.
Me miro al espejo y no reconozco a la persona que veo frente a mí. No veo al tímido David que huía de todo en sus primeros años. No veo a ese David que durante años miraba la ventana de Diana esperando que, por un momento, asomara su bonito pelo rubio por la ventana. No veo a aquél capaz imaginar cientos de sueños imposibles.
Tampoco veo a ese adolescente que, tras superar por suerte y por su madre, todo sea dicho- la anorexia, afrontaba su nueva vida con ánimos renovados. No veo a ese que corría por Argüelles con Víctor. No le veo saltando feliz en el Sisley, ni tampoco le veo riendo en el parque del Pryca.
No le veo jugando al fútbol en el IFEMA, ni hablando con Almudena y Mónica en el césped de Silvano. No le veo cantando canciones con sus amigos en Malamilk; ni tampoco montando con Moya fiestas de Nochevieja.
No le veo reírse de la vida con Ángel Luis. Ni escuchando hablar de la vida al Golfo. No distingo los campamentos, ni Los Molinos, ni La Manga, ni Cáceres. Tampoco le veo llorando por Raquel, Mari Paz, Vanessa o Ruth. Ni le veo besando a Alessia a escondidas. Miro en el espejo y no veo a ese David que intentaba enseñar algo a sus chavales de los Paúles. Ni tampoco veo esas grandes charlas con Óscar y Manso. No distingo el calor del Dial, del 88.2 o del Milenio. No le veo metido en un coche escapando a Gandía para disfrutar de un par de días en libertad.
Observo detenidamente y tampoco veo las risas de la universidad, ni los aprobados raspados, ni a Chema y él tirados en el suelo de la facultad celebrando la licenciatura. No le veo abrazado a sus chicos en la final, gritando, celebrando el triunfo y la satisfacción personal. No le escucho cantar canciones en ningún Laboratorio, ni en Industriales, ni en Ritmo y Compás; y tampoco le veo con Nuria, Natalia, o besando a María pensando que todo podría ser mejor.
Me miro, de nuevo, pero no veo a Noelia, ni las noches de Ruta con Carlos y Raúl. No veo a Pili, ni tampoco a Eva o Yolanda. No le veo soñando mientras trabaja, ni corriendo en su moto a las ocho de la mañana con Iván. Tampoco está Fausto y su mirada cómplice a las tres de la mañana, ni el calor de volver a casa con Sonia. Intento ver todas estas y más cosas, pero no hay nada. Sólo vacío y soledad.
Me miro en el espejo y no veo a David, ni a Wally, ni al Sapo. Me miro y no veo nada.
FOTOGRAFÍA
Sapo en Cala Yoga (Ibiza), en uno de los atardeceres del milenio. Verano 2000
6 comentarios
Viti -
Un abrazo grande y no decaigas q vales la ostia amigo.
Anónimo -
ALMU -
Llaralai -
Joequefuerte -
Muaaacks!!
Al "El Chaval" -